Desafortunadamente y para desgracia del valor histórico y cultural de Francia, el pasado lunes 15 de abril de 2019, un descomunal incendio arrasó con sus llamas gran parte de la estructura de la capital parisina. Una verdadera desgracia para el arte gótico europeo que no se libra de conspiraciones de todo género.
Pero Notre Dame, una de las iglesias más famosas y visitadas de todo el mundo, esconde otros muchos misterios a lo largo de sus más de setecientos años de historia. Empezada a construir en el siglo XII en plena ebullición del gótico medieval europeo esta archidiócesis francesa ha sufrido diversos ataques o incidentes que han puesto en peligro su integridad.
La historia, más tarde convertida tal vez en leyenda, cuenta que alrededor del año 1300 el joven herrero Biscornet, era una artista local que debía ganarse su reputación gracias a su arte trabajando el hierro pero además, y debido a la dificultad de aquella época, debía ofrecer una contratación rentable para sobrevivir en la sociedad medieval parisina.
Por este motivo, Biscornet, fue convocado por los encargados de la construcción de la catedral de Notre Dame para que trabajase en la finalización de la puerta de Santa Ana, situada en lado sur de la construcción.
Dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, el joven herrero empleó día y noche para finalizar cuanto antes el proyecto. Hora tras hora destinada a ofrecer lo mejor de su arte pero viendo que el tiempo no era suficiente para finalizar a tiempo su labor, no tuvo más remedio que solicitar ayuda. Pero para su disgusta no fue capaz de obtenerla por lo que su dedicación y tiempo se multiplicaron considerablemente, hasta no permitirle ni tan siquiera ni comer ni dormir.
A punto de caer rendido debido a todo el cansancio acumulado y a la falta de alimento, una noche, mientras trabajaba obstinado Biscornet desfalleció en el suelo de la nave principal y no despertó hasta que escuchó llamar a la puerta. “Al fin me oyeron” pensó el herrero. Pero según cuenta la leyenda, al otro lado de la puerta se encontraba el mismísimo Diablo, quien le ofrecía ayuda para finalizar su obra a cambio del alma del joven.
Tras aceptar tan macabra ayuda, Biscornet, falleció a los pocos días de finalizar su hermosa obra. Pero ese no fue el único trágico incidente fruto de aquel pacto. En 1345, a pocas horas de la gran inauguración de la catedral de Notre Dame, nadie era capaz de abrir la puerta que llevaba la decoración del joven artista francés