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El Solsticio de Invierno y la Magia

Por 20 diciembre, 2018 Reflexiones misteriosas
El Solsticio de Invierno y la Magia

Desde tiempos inmemoriales muchas son las culturas y los pueblos que alrededor del mundo han celebrado y rendido culto al Solsticio de Invierno que, por lo general, tiene lugar el 21 de diciembre en el hemisferio norte y el 21 de junio en el hemisferio sur. Este acontecimiento astronómico, que cuyo nombre deriva del latín y significa “el Sol que está quieto”, está estrechamente asociado a prácticas y rituales mágicos que han tenido lugar desde el origen de la humanidad.

A lo largo de la historia el hombre ha adorado al Astro Rey. Sin él la vida no sería posible, además es nuestra principal fuente de energía y nos marca los ciclos a los que tanto nuestro planeta como sus habitantes nos vemos expuestos.

El Solsticio de Invierno marca el final de una decadencia solar, siendo éste el indicador de la noche más larga del año. A partir de esta fecha el día vuelve a remontar minutos sobre la oscuridad dando paso a un ciclo que finaliza en el Solsticio de Verano, la noche más corta del año.

Los solsticios representan un antes y un después, una pausa, un renacimiento; un momento para la reflexión y para tomar consciencia de a dónde vamos y de a dónde queremos ir. Un momento idóneo para sentir nuestra conexión con el ciclo solar.

El simbolismo de esta noche representa en el mundo de la Magia que algo nuevo nace de la oscuridad, que inicia un periodo de renovación imprescindible para el ciclo de la vida. Una oportunidad especial para unir nuestros ciclos internos con los del Universo y hacer más fuerte nuestro camino en la vida.

En algunas culturas nórdicas, como también en la celta o la germánica, el Solsticio de Invierno recibía el nombre de Yule, cuyo origen arcaico está vinculado a la tradición de contemplar a los astros y los cambios del clima. Según los celtas era el momento en el que renacía su dios así como los espíritus.

Para los antiguos egipcios esta fecha simboliza el “Nacimiento de Infante Horus” y cuya celebración consistía en exponer ante las masas congregadas una imagen que había sido extraída de un santuario y representaba la natividad de la Luz y de la Vida.

La cultura maya, cuyas construcciones estaban orientadas a los movimientos de los astros, realizaba en esta particular fecha celebraciones de gratitud a sus astros-dioses, rogando un próspero inicio de la siembra, de las cosechas y conmemorando triunfos y las coronaciones de sus reyes.

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